A tan solo un mes de que finalice el año, la prestigiosa revista Sports Illustrated ha entregado el galardón de Mejor Deportista del Año 2012 a LeBron James. En el caso de que existiera un posible debate, sería establecer alguna ínfima comparación con Usain Bolt o Michael Phelps. Hay un asunto que es rotundo: nadie puede negar que LeBron James fue el mejor jugador del mundo sobre una cancha de baloncesto el año pasado.
LeBron James ha creado (o le han creado) en torno a su figura una presión como uno de los jugadores más prometedores en mucho tiempo. Sus comienzos como rookie en Cavs apuntaban maneras: una media de 20 puntos, 5 rebotes y 6 asistencias. Ojo: a partir de ahí en su carrera no ha hecho más que subir esos guarismos por temporada. Un jugador ciclón, una fuerza de la naturaleza: un toro atléticamente hablando, capaz de saltar hacia canasta por encima de quien sea.
Ya en su tercera temporada llevó a los Cleveland Cavaliers a Playoff y fue mejorando su anotación progresivamente. 2007 fue un año grandioso para él: las mejores medias de anotación en su carrera con 30 puntos por partido, además de llegar a unas Finales, aunque se topó con los gran San Antonio Spurs de Pops. No obstante, Consiguió grandes récords de precocidad en la NBA y solo tenía la obsesión del anillo. Su primera temporada con Miami lo rozó, y tras esa Final quedó moralmente muy tocado, prácticamente hundido. Además, en lo personal no le iba demasiado bien: arrogancia, chulería, gestos, palabras. Todo lo que hacía James era mirado con lupa. Y él entraba al trapo en cada cosa que sucedía. Si le recriminaban chulería, se ponía más chulo. Llegó a ser uno de los personajes más odiados en la NBA. .
Pero las citadas Finales fallidas ante Dallas Mavericks cambiaron su rumbo. A LeBron James es aplicable la frase de: "dale tiempo al tiempo". El jugador de Miami Heat es un deportista completo en todos los sentidos. Es un merecido campeón de ese digno galardón que otorga Sports Ilustrated. Sabemos todo lo que baloncestísticamente hablando consiguió: MVP de la Liga, MVP de las finales, el anillo de campeón y el oro olímpico. Todo ello con unos guarismos de escándalo en su carrera. Pero quiero ir a algo más: a la actitud. LeBron James ha alcanzado su madurez y su genialidad deportiva. Aquel arrogante e incompleto jugador de baloncesto se ha reconvertido a sí mismo.
Un jugador que, en plena reconversión, ha tenido que soportar truenos y tempestades; tragar sapos y culebras; solamente con una filosofía humilde: trabajar, trabajar y trabajar. Desde que leí a Gonzalo Vázquez en sus cinco capítulos de "Riqueza y miseria en LeBron James" comprendí, aún más si cabe, la enormidad (por lo bueno) del jugador de los Heat y de lo injusto que se le había tratado. Desde las camisetas en el Boston Garden de I hate LeBron pasando por sus proyectos solidarios (tapados mediáticamente) alejados del NBA Cares. Pero al final todo sale a la luz. Lo ejemplifica a la perfección dos abrazos: el que se da con Durant en las últimas finales y el del oro olímpico. Ese momento en que genialidad y madurez se unen en un jugador. Ese momento en el que sabes que ese jugador ha evolucinado: a algo mejor, mucho mejor (personal y deportivamente) que lo que era antes.
El tiempo, en este caso, ha sido su mejor aliado. El tiempo le ha permitido ganar un anillo. Ha hecho que aprenda de los errores, que deje la arrogancia, que sepa estar, granjearse buena reputación, que sean los demás los que hablen bien de él. El tiempo ha permitido que se esforzase en pulir todo lo que no se le daba bien (como las grandes estrellas hacen: "siempre he creído que si trabajas, los resultados vendrán solos" que diría Michael Jordan). El tiempo ha hecho que cada día practicase su antiguo y nefasto tiro de 5 metros, para cambiarlo por un arma mejor. Le ha dado cabeza para jugar, para ganar y para saber ganar. El tiempo le ha hecho desarrollar su sentido del pase, de la asistencia, de desarrollar sus grandes cualidades, y de mejorar otras.
El resto es LeBron James en estado puro. Dios le ha dado un don para jugar al baloncesto. Ha mejorado su físico hasta adaptarlo a la perfección: ágil y fuerte; capaz de subir la bola o luchar en un rebote como un 4 o incluso un 5. Capaz de volar sobre cualquier rival pero también de dejar un alleyoop en perfecto estado. Un líder que llevó a su franquicia por el camino correcto (Heat) y no por el equivocado (Cavs). Hay que estar orgulloso de poder decir: "yo he visto jugar a LeBron James". El tiempo le ha hecho maduro y genio. El tiempo le ha hecho ser, con razón, el mejor deportista del año.
Para acabar, nada mejor que citar a Gonzalo Vázquez para cerrar con la verdadera esencia de LeBron James en todos estos años: "Se puso fin a una de las peores infecciones jamás sufridas en torno a un nombre. La inquebrantable ley del deporte, a veces perezosa, había vencido. Y el baloncesto, a la infección".
*Recomendación lectora. 5 Capítulos escritos por Gonzalo Vázquez: "Riqueza y miseria en LeBron James".
Fuentes de apoyo: www.nba.com blogsacb.com/blog/elpuntog
Fotografías: http://www.nbamaniacs.com/noticias/lebron-james-mejor-deportista-del-ano-por-sports-illustrated/ http://blogs.acb.com/blog/elpuntog/post/riqueza-y-miseria-en-lebron-james-v http://noticiasmontreal.com/49023/el-miami-heat-es-campeon-y-lebron-james-consigue-su-tan-esperado-primer-anillo/
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