miércoles, 31 de julio de 2013

El noble arte de la reconstrucción

Reconstrucción. Una palabra llena de trabajo y de esfuerzo, pero también de ilusión y de futuro. En estos tiempos de descanso de competición en la NBA, es momento precisamente de eso. Los equipos, en su afán por lograr su objetivos individuales (porque si son realistas no todos se preparan para ganar el anillo a la siguiente campaña), comienzan a reconstruir sus roster con las mejores intenciones de futuro. Hay equipos que se ayudan de su margen salarial restante; otros de las adquisiciones del draft; algunos de sus dólares sin escrúpulos; incluso los hay que aprovechan a la perita en dulce del momento. En cualquier caso, todos ellos a priori se basan en sus condiciones y condicionantes para montar un equipo que ilusione en la siguiente campaña. Se trata del noble arte de la reconstrucción, sobre todo en la Conferencia Este, y como vamos a ver, cada uno tiene distintas maneras de hacerlo.

Quizá el caso más bello sea el de la reconstrucción en base a un tiempo de adaptación, buenas elecciones de draft y espera de momento oportuno (sobre todo con el mercado de fichajes). Precisamente por mercado de fichajes y por actualidad, el equipo que ha sabido usar este noble arte de la reconstrucción con gran ilusión es Detroit Pistons. Sin embargo, no hay que olvidar que desde el año pasado ya se apuntaba que si la franquicia de "Motown" sabía recomponerse, Detroit iba a ser un equipo que tendría algo que decir en la Conferencia Este en el futuro. Y como toda buena reconstrucción que se precie, Joe Dumars puso a funcionar su cabeza para seguir el orden correcto en tiempo-espacio y cuadrar lógica, necesidades, futuro y salarios. Aprovechó el draft para agenciarse a prometedoras figuras de la liga como Kentavious Caldwell-Pope (tirador contrastado en NCAA), Peyton Siva (espectacular base atético) y Tony Mitchel (no ha desentonado en la Summer League). Con la idea de liberar salarios y sin la posibilidad de Calderón, se quitó de en medio por vencimiento los contratos lastre de Will Bynum, Jason Maxiel y Corey Maggette. Con el espacio salarial adecuado, sondeó el mercado de agentes libres para hacerse con un 4 impagable como Josh Smith. Si todavía no había tenido suficiente búsqueda, incluyó un plus de ilusión en la franquicia trayendo al hijo pródigo de vuelta a la ciudad del motor: Chauncey Billups. Por último vio qué monedas de cambio poseía, y Brandon Knight era su perla de la corona. Junto con Viacheslav Kravtsov y Kris Middleton fueron el paquete perfecto para los Bucks y así traer a un base de gran calidad y garantías como Brandon Jennings. La guinda del pastel hubiera sido deshacerse de Charlie Villanueva, pero normalmente en estos casos la perfección no existe.

Con todo ello, Pistons enseña cómo debe hacerse una reconstrucción a corto plazo. No obstante hay algunas dudas que esperemos que se resuelvan. En primer lugar, Maurice Cheeks tendrá que valorar que la mejor posición para Josh Smith es jugar de 4. Su capacidad reboteadora y buen tiro cercano al aro le da un plus excepcional a la pintura de Detroit. Una pintura que, por cierto, es de auténtico escándalo con Greg Monroe y Andre Drummond. La pega es que Drummond todavía necesita pulir varios conceptos en el poste, como fundamentos o ganchos. Los centímetros y el físico los tiene, aspectos más que importantes para alguien que se debe batir el cobre por la zona en la NBA. Si consigue mejorar ciertos conceptos en la pintura, posiblemente hablemos de un juego interior top 5 en la liga. Por otro lado, a nadie se le escapa que Brandon Jennings mejora sobradamente a Brandon Knight de base. La cuestión va más allá de eso. ¿Realmente Brandon Jennings es el base director de juego que necesitaba Pistons? Está claro que habrá que ver si Jennings hace jugar a los interiores del equipo, sobre todo en el caso de una pieza tan versátil para ese estilo como Josh Smith. Jennings tiene grandes dosis de calidad y anotación. Si el base pone de su parte en ser un guard más participativo con los compañeros y más director de juego, la ganancia deportiva del traspaso habrá triplicado su valor. Y como de directores de juego va el asunto, habrá que ver el trabajo "en la oscuridad" que realiza Billups con Peyton Siva. Un base físico y con talento muy prometedor que con la veteranía de Billups sumará al compañero y al equipo en general. Un modelo de reconstrucción a corto plazo que implica ser automáticamente equipo de playoff para este año. Muy buenas bases para pensar en un futuro prometedor como alternativa en el Este. 

La buena espera de los Cavaliers

Otro de los equipos que quiere asomar la cabeza entre los 8 mejores del Este es Cleveland Cavaliers. Un ejemplo de reconstrucción más moderado y pausado pero igualmente práctico. Desde que LeBron James se fuera en 2010 a Miami Heat como agente libre (no sin antes sufrir en muchos aspectos tanto positivos como negativos), los Cavs necesitaban un nuevo líder que les diera alas. Y como lo más económico y más factible para reconstruir un equipo es el draft (sobre todo si se conocen promesas venideras), Kyrie Irving aterrizó en Cleveland para comandar un proyecto ilusionante a medio-largo plazo. Sin embargo parece que en esta década la palabra "draft" y la palabra "Cavaliers" va a estar unida para cimentar ese futuro. 

En base a las nuevas estrellas que llegan a la liga, Dan Gilbert (propietario de la franquicia) ha estado agazapado construyendo sobre jóvenes un equipo que plante cara en el Este. Y lo ha conseguido. Para empezar podría afrontar gracias a la juventud un quinteto competente (aunque algo forzado, eso sí) solamente con elecciones de draft en estos últimos 3 años: Kyrie Irving, Dion Waiters, Tristan Thompson, Anthony Bennett y Tyler Zeller. Lo que ya de por sí demuestra el enorme potencial y futuro que le depara a esta franquicia. Todo ello sin contar con que la gran estrella y buque insignia del equipo es un jugador de tal talento como Kyrie Irving, joven y apuntado a estrella indiscutible. Además ha coincidido el año de explosión de un jugador como Anderson Varejao que esta temporada ha dado muestras de lo importante que puede llegar a ser en este equipo en la pintura. Además ha adquirido carne calidista de banquillo. Jugadores como Jarret Jack, que el año pasado dejó actuaciones estelares supliendo nada más ni nada menos que a Stephen Curry; o Earl Clark, que fue una de las pocas notas positivas de los Lakers la pasada temporada. Y como toda reconstrucción que se precie, necesita un golpe de efecto final (a veces arriesgado, eso sí). Habrá que prestar atención a cómo salga la apuesta de Andrew Bynum para estos Cavs. El año pasado uno de los equipos aspirantes a playoff (Sixers) le salió el tiro por la culata, y no solamente hablamos de Bynum. Su campaña fue un fiasco y en su intención de alcanzar el mínimo, que era llegar a los playoff, se vieron súbitamente pasados por los Milwaukee Bucks. Y por si esto no fuera suficiente reconstrucción, que de por sí ya es elogiable el trabajo desde los despachos de los Cavs, queda en el horizonte el futuro de LeBron James como agente libre cuando acabe contrato con Miami. A saber, puede ser el año que viene (si decide renunciar a los 2 años que le quedan) o esperar a esos dos años y cerrar un nuevo ciclo en el equipo de Florida. Sea como sea, el futuro que le aguarda a Cavaliers con ese posible cúlmen de Irving-LeBron hace pensar que Cleveland ha entendido también muy bien el noble arte de la reconstrucción.

Peligrosa pareja de dinero y reconstrucción en Brooklyn

Un concepto totalmente distinto de reconstrucción es el que tienen equipos como Brooklyn Nets. De hecho, desde el segundo 1 que la franquicia existe, el sinónimo de reconstrucción se hace a base de talonario y, a priori, poca pausa. Para Prokhorov el dinero no es ningún problema, y se ha valido de él para volver a cimentar un proyecto que ilusione (por segundo año consecutivo y en totalidad desde su existencia). El problema es que como ya se demostró el año pasado, a veces reconstruir el castillo del rey sobre cimientos de paja puede hacer que todo se vaya al garete. El elenco de estrellas que el año pasado militaban en la franquicia neoyorkina no bastó para ser alguien importante en la liga (faltaría más que ni hubieran llegado a playoff). Y entre otras cosas el éxito nunca llegó a esa plantilla porque jamás jugaron como equipo. Poseían grandes individualidades que jamás llegaron a carburar juntas. Al final, un equipo compenetrado a lo largo de más de 82 partidos es el que consigue llegar a lo más alto. 

Sin embargo, no es menos cierto que el primer año de proyecto no es comparable en inmensidad a este segundo. Ni por las bases talonarias, las cuales se han incrementado con los nuevos límites salariales e impuesto de lujo (en el que de hecho solamente con impuesto de lujo tendrán que abonar más de 30 millónes de dólares); ni tampoco por el salto de calidad que el equipo da con estas incorporaciones, que evidentemente es mayor. Y no solo hablamos de un quinteto escalofriante de Deron Williams, Joe Johnson, Paul Pierce, Kevin Garnett y Brook López. Hablamos de un veterano de gran calidad como Jason Terry, de un valor seguro como Kirilenko, de un racheado destructor como Alan Anderson, de una capacidad reboteadora como Reggie Evans, incluso un buen novato como Mason Plumlee... Son muchos nombres y determinantes. Y para mayor reto, entrenados por Jason Kidd tras cerrar el año pasado su periplo como jugador... y con la intención de permanecer mucho más que Avery Johnson o P.J. Carlesimo en el puesto. Una apuesta global a base de talonario bastante arriesgada pero que, por nombre, merece la pena contemplar. Si consiguen carburar como equipo, el dinero habrá dado sus frutos.

Incorporaciones para mantener el nivel

Reconstrucciones mucho menos profundas son las que han sufrido Atlanta Hawks, Indiana Pacers o Boston Celtics, aunque curiosamente por casos distintos. Danny Ferry, general manager de Atlanta Hawks, ha sorprendido a público propio y ajeno a la franquicia con sus movimientos. Una excesiva contratación de hombres interiores (Millsap, Brand, Ayón, Nogueira y la más sonada de todas: Pero Antic) junto con una selección dudosa en el draft (Dennis Schröder por delante de, por ejemplo, Mason Plumlee) hacen que sea indescifrable el rumbo que tomará la franquicia. No obstante, la rotación interior que tienen es destacable (Al Horford-Paul Millsap con Elton Brand) con exteriores de la talle de Lou Williams o Kylie Korver para el triple. Conserva además a Jeff Teague, pero habrá que ver si los resultados son mejores que lo que a priori prometen.

Otros equipos contender como Indiana Pacers han sondeado el mercado para dar su puntilla particular a la plantilla. Luis Scola es una gran incorporación para el de por sí sólido bloque que tienen los de Vogel. Miami Heatse debate con Greg Oden su contratación lo que le daría un plus para la pintura indudable, y Chicago Bulls lo único que necesita es volver a ver la mejor versión del MVP Derrick Rose. Poca reconstrucción cabe en este tipo de casos, más allá de seguir en la misma línea con pequeñas mejoras.

En otros equipos de menor nivel como Orlando Magic, Toronto Raptors o Washington Wizards necesitan algo más para asentarse en Playoff. Pero esto no quiere decir que sus plantillas sean nefastas. Wizards cuenta con un quinteto serio (Wall, Beal, Porter, Nené, Okafor) pero insuficiente a todas luces para afrontar 82 partidos a gran nivel -mucho más si hablamos de playoff-. Toronto Raptos, no obstante, tiene un quinteto serio (Lowry, DeRozan, Gay, Johnson, Valanciunas) y ciertos jugadores de apoyo (Fields, Hansbrough, Novak, Gray...), pero parece que este año en el Este el nivel va creciendo y costará más aspirar a ser uno de los 8 mejores. No parece que este sea el perfil de equipo de playoff al final de la próxima temporada.


Pero si hay un equipo que necesite la reconstrucción, y no a corto plazo, es Boston Celtics. La diferencia con todos los demás es que los orgullosos verdes no la necesitan para alcanzar los playoff (que al final lo harán) sino para ser contender. En primer lugar tienen que hacer de Rajon Rondo su buque insignia y su absoluta imagen. Es uno de los mejores bases de la liga con el único "debe" de pulir su acierto en el tiro. 

Con todo ello tiene una ristra de jóvenes que pueden ser buenos bloques sobre los que cimentar un gran futuro. Jared Sullinger dio muestras el año pasado de su increíble potencial, pero se cebó con el una lesión en el tramo final de campaña. Kelly Olynyk llega como un 4 abierto prometedor, con una muñeca exquisita para el tiro a media distancia. Habrá que ver cómo sale la incorporación de Vitor Faverani o de Phil Pressey, que dejó muy buenas sensaciones en la Summer League. Otro punto clave será por apostar a que sigan por la misma línea de mejora que el año pasado jugadores como Jeff Green, Courtney Lee y Avery Bradley. No es nada descabellado pensar que estos Celtics sí pueden llegar a playoff, y más pensando que igual les queda por hacer alguna incorporación. Pocos ven en Kris Humpries y en Gerald Wallace pilares de futuro para Boston, por lo que serían jugosas monedas de cambio en ese caso.

El Este se reconstruye, el Oeste se refuerza

Y es que salvo excepciones como Los Ángeles Lakers, la cual su reconstrucción será larga o corta según de que periodos hablemos, la mayoria de los equipos en la Conferencia Oeste se han limitado a apuntalar sus plantillas de una manera salvaje en cuanto a calidad. Es el caso de Golden State Warriors con la incorporación de Iguodala; de Houston Rockets con la de Dwight Howard; de Grizzlies con la de Mike Miller...

Ya se sabe que históricamente el Oeste ha tenido siempre más fuerza y más competencia. Por eso parece que este año con la reconstrucción del Este se intenta nivelar esa balanza que, salvo las apariciones de Bulls, Bad Boys o Heat en las últimas décadas, todo se correspondía con San Antonio, Rockets o Lakers en su defecto (11 anillos en total en estos años dan buena cuenta de eso). Por eso va a ser agradable toda la transformación que en la Costa Este se está viviendo. Y aunque es es laborioso, no todos los equipos consiguen siempre alcanzar el noble arte de la reconstrucción







Fuente de plantillas: esferanba.wordpress.com

sábado, 13 de julio de 2013

El sueño de Dwight Howard

Dicen que soñar es bueno. El ser humano debe soñar; es sano y debe marcarse unas metas. Como cualquier deportista, Dwight Howard, flamante nuevo fichaje de Houston Rockets, tiene su propio sueño, su particular meta. Como no podía ser de otra forma en la NBA: conseguir un anillo. Hay muchas formas de obtener tan ansiado y soñado premio pretendido por todos. Pero teniendo en cuenta la personalidad del pívot, más que un buen sueño, parece un peligroso sueño para Dwight Howard. ¿Hasta qué punto el sueño sacrificará a la realidad?

Por ejemplo, soñar está bien, pero no lo está tanto pertenecer a un equipo sin realmente quererlo. Hace poco Steve Nash, actual base de Los Ángeles Lakers, concedió una entrevista aclarando que Dwight Howard realmente no quería estar en el equipo. Es complicado formar parte de una ilusión conjunta y un sueño personal cuando sabes que no estás ni en el lugar correcto ni, por lo que pareció, en el momento adecuado. Más aún cuando las informaciones dejan en un mal lugar al jugador dado que, ni quería jugar el sistema pick n' roll, ni le gustaba el entrenador que le dirigía (esto último de las más razonable, por otra parte). Pero claro. A Howard tampoco le gustaba Van Gundy, ni le acabó por gustar el sistema creado exclusivamente para él en Orlando Magic (rodeado de 4 tiradores abiertos y él solo en la pintura). Visto que ya lleva 9 años en la NBA, el chico quiso soñar.

Y soñar está bien. Lo que no está tan bien es demostrar que hay poca ambición en un jugador que se sabe trascendental. Como cualquier jugador y ser humano imperfecto que es, necesita pulir algunas de sus facetas. Howard se ha caracterizado siempre no solo por no hacerlo, sino por repudiar a su manera a todo aquel que intentara ayudarle a mejorar. Por ejemplo, Dwight Howard no es un dechado de virtudes a la hora de lanzar los tiros libres precisamente (49% de acierto), pero cuando Steve Nash (90% de acierto) quiso intentar enseñarle, el Center rechazó su ayuda. Algo similar en resultado sucedió con Kareem Abdul-Jabbar. El máximo representante del Sky Hook tuvo un encuentro casual con el actual jugador de los Rockets, en el que Howard se mostró receptivo a la hora de recibir enseñanzas de Kareem. Sin embargo, de ahí no pasó el asunto. Dwight no se volvió a interesar y nunca más se supo de esa intención. Howard solamente tenía un sueño.

Y tener un sueño esta genial. Lo que no está tan genial es querer que se concentre la atención sobre toda una figura sin haber demostrado que merece la pena. Dwight Howard, si hubiera querido, podría haber sido el emblema púrpura y oro de un gran futuro. No se sabe si exitoso o brillante, pero desde luego prometedor. Franquicia de postes, de dominio, de glamour. Todas las posibilidades del mundo brindadas al pívot para crear historia. Pero nadie mejor que Dwight ha sido capaz de destruirla. No hablamos ya solo de su marcha, sino de una de las razones por las que se produjo. Para que Howard se quedara, Lakers tenía que enseñar la puerta de la amnistía a Kobe Bryant. Algo impensable para cualquier fan, para el bueno de Dwight no lo debía de ser tanto. ¿De verdad creía que por mucho pívot dominante que pudiera ser, la LakerNation estaría de acuerdo con eso? Una balanza complicada de equilibrar. Por un lado, uno de los 4 mejores jugadores actuales de la NBA, uno de los 5 mejores en la historia de la franquicia y uno de los 10 mejores en toda la historia de la liga. El jugador con mayor parecido a Michael Jordan jamás visto. Aquel que anotó 81 puntos, que posee tanto liderazgo como talento a partes iguales. Y por el otro lado, uno de los 5 pívots más importantes de la actual NBA, recién llegado y con actuaciones más que dudosas en la mitad de los partidos durante la temporada con Lakers. Cualquier aficionado, por novato que sea en su sano juicio. ¿A quién elige?. Parece impensable tal all-in. ¿Todo vale para cumplir un sueño?

Porque querer cumplir un sueño es muy bonito. Pero no está tan bonito derrochar por los poros, en su situación, tanto egocentrismo como centímetros de espalda y de altura juntos cuadra Dwight Howard. Un jugador que, conviene recordar, no es el mejor ni en fundamentos cerca del aro (la pintura es su hábitat), ni en el tiro a media distancia (un recurso básico ofensivo), ni en intensidad (solo defiende cuando quiere) y ni, por supuesto, en los tiros libres (a donde le llevan los rivales con el Hack to Howard). Dwight es un pívot que carbura gracias a su potencia física y a unos niveles ultra básicos de movimientos en la zona. Y sin embargo, con "solo" esos dos aspectos básicos que ofrecer, toda la liga ha estado pendiente de su decisión. 

Cierto y limitado paralelismo en la situación personal con LeBron James. Un objetivo en mente y buscar un grupo que le brinde ese objetivo. Solo que el de Akron ha demostrado su grandeza por activa y por pasiva, en prosa y en verso, en vídeo y en audio. Del "sólo físico" de LeBron James que llegó a unas Finales con Cavs al jugador más completo que existe actualmente en la NBA. Por si no fuera poco, campeón de 2 anillos con sus respectivos MVP de Regular Season y de Finales. Tanto como se criticó a LeBron por irse a un equipo ganador para conseguir el anillo (habiendo demostrado su abrumadora capacidad para ser, por lo menos, referencia de un finalista de Conferencia); no sucede nada similar con Dwight Howard, cambiando de equipo en estos 3 años como quien cambia de calcetines. Y todo ello, con un único sueño. 

Y no es el de militar en ningún equipo. Su filosofía, a estas alturas, ya no entiende de más fidelidad que la de sí mismo. Quede claro que en el contrato firmado con Houston Rockets se guarda, por si las moscas, una opción de abandonar el barco por si las cosas no van bien en 2016. Está claro que no está en Rockets porque era su sueño. Realmente, Howard da la sensación de que no está en ningún equipo por ser su sueño. Por norma histórica, hay 2 franquicias a las que se entendería que cualquier jugador quisiera ir desde pequeño: Boston Celtics y New York Knicks. Una tercera, por oficio, glamour y carisma, se ha ganado derecho a ser la tercera vaca sagrada en cuanto a sueños se refiere: Los Ángeles Lakers. Michael Jordan dio el paso para crear esa misma esencia en los Bulls, o los Bad Boys con los Detroit Pistons. Pero incluso sin esa marca histórica, también puedes tener el sueño de jugar para la ciudad que te vio crecer (Atlanta). Pero no. Howard, una vez más, no entiende de ese tipo de sueños (ni realmente militar en "X" equipo es su sueño real).

Su sueño tampoco es jugar al lado de nadie. Posiblemente su ego no le permita pensar eso. Él es la estrella, la que merece carteles, por quien una franquicia debe amnistiar a su talismán, por quien la gente debe rogar y desesperarse hasta el punto de ofrecer alitas de pollo, condones o programas de TV semanales por la cara. Por eso, el auténtico sueño de Dwight Howard es conseguir un anillo. Casi como cualquier jugador de la NBA, ¿no?. Evidente, razonable y hasta sano. Pero en este caso, está situando su sueño en torno a su figura. Un equipo que juegue para él, que sea él y nadie más que él. Un culto en torno a su figura para que no haya mayor merecimiento al MVP que su labor ni mayor importancia que su dominio. 

Pero es curioso como en algún momentos las estrellas que fueron referencias absolutas en sus equipos, son conscientes de que deben pasar a un segundo plano para lograr el éxito, salvo los más grandes. Ray Allen o Shaquille O'Neal con Miami Heat, David Robinson con San Antonio Spurs, Jason Kidd con Dallas Mavericks. Estrellas de una gran constelación que para lograr ciertos anillos tuvieron que bajar un peldaño su status.

Pero, visto los antecedentes y en base al pasado, quiza el status que está exigiendo Howard por cumplir su sueño está siendo muy alto. Tan alto como las expectativas que tiene el propio Howard de conseguirlo. Y en la NBA, si no hay una mejora sustancial, no siempre querer es poder. 








Fuentes: www.nba.com