No sé si Los Ángeles Lakers cogerán al fin la racha que les lleve por el buen camino en esta temporada, aunque pierdan partidos. Lo que sí que parece (y aunque sea ventajista hacerlo a estas alturas) es que han ganado con el traspaso de Bynum por Howard. Nos podemos detener en estadísticas pero es más interesante apreciar otros detalles.
A nadie se le escapa que Dwight Howard es un tipo cómico y afable. A veces, quizá, peca de "gracioso". Es raro que ante una broma no se le dibuje la sonrisa en la cara. Cuando está en pista, y sus compañeros o él mismo hacen una jugada "spectacular", se ríe y empieza con los gestitos y el circo (en el buen sentido, entiéndase). Es un jugador que disfruta del baloncesto, que caerá mejor o peor; necesitará mejorar más en unas facetas que en otras; pero que ves sobre la pista que tiene una sonrisa por bandera cada vez que juega a este deporte.
Una lesión es una lesión, la tenga Howard, Bynum, Jordan o Chamberlain. Pero hay que tener un mínimo de cabeza para llevarla. Andrew Bynum, sobre todo en su última campaña, no estaba contento, y más si se añade la lesión. Cambiar Los Ángeles por Philadelphia no tiene que ser plato de buen gusto. Eso sí, llegas a una franquicia donde vas a ser la estrella y vas a poder demostrar, a ojos de todos, qué calidad es la que atesoras como primer pilar. Siguiendo el plan de recuperación, los aficionados pensaban que iban a poder ver a su estrella en acción a comienzos de temporada. Un día antes de su teórica recuperación, se fue a jugar a los bolos. Esto repercutió en el cartílago de sus articulaciones y los Sixers le declararon como baja indefinida. De momento, que en vez de reposar se dedique a hacer ejercicios que le pueden suponer peligro para su lesión, no habla bien de él. Peor ya ha sido cuando un ex-compañero suyo (del cual no salió el nombre) dijo que "nunca había conocido otro jugador en la liga al que le guste menos el baloncesto". A todo esto hay que añadir los recientes problemas con la justicia que ha tenido. Tela.
Ambos llegaban de una lesión, pero la manera que han tenido de llevarla ha sido abismal. Primero, por las formas. Uno descansando y deseando incorporarse a su nuevo equipo aspirante a anillo; el otro, resignado, esperando a que le llegue el momento de intentar demostrar su calidad como jugador franquicia en un equipo menor. Entiendo que el destino no motiva tanto, pero un profesional debe ser eso, precisamente: profesional. Pívots poderosos que serían los más dominantes si quisieran. Son las dos caras de la moneda. El uno tiene que pulir ciertos aspectos de su juego. El otro lo tiene más complicado: al parecer tiene que encontrar el amor por el compañerismo (partidos que estaban perdidos y Bynum hace la guerra por su cuenta autoexpulsándose) y sobre todo las ganas y el amor por este deporte (el baloncesto, no los bolos).
Fuentes de apoyo: www.nbamaniacs.com www.basket4us.com
Fotografía: http://www.ocregister.com/articles/lakers-361883-howard-bynum.html?pic=2
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