jueves, 28 de febrero de 2013

El bloque de Indiana Pacers

Hay muchas maneras de jugar y ganar a esto del baloncesto. Algunas son espectaculares y arrolladoras, como las de Miami Heat. Otras son con un gran juego colectivo y haciendo una importante aportación los jugadores de banquillo, como San Antonio Spurs. En otros casos, la inercia de dos de tus grandes estrellas te lleva a ganar el partido, como es el caso de Westbrook y Durant con Oklahoma City Thunder. Pero si hay un equipo que se está ganando el derecho a ser respetado por el bloque consistente que forma, esos son  los Indiana Pacers.

El equipo de Frank Vogel tiene una cosa clara: cuenta con un quinteto titular muy regular, equilibrado y con roles perfectamente definidos. Todo eso le sirve para rendir en casi todos los partidos ya que no dependen de la inspiración principal de casi ningún jugador. Es cierto que no es el cinco inicial más vistoso ni arrollador, ni el paradigma de juego en equipo, ni resalta con estadísticas boyantes, ni sus jugadores son la referencia de jugones franquicia. Un quinteto que a nivel general no desentona. 

Pocos equipos habrá en la NBA que prácticamente los 4 jugadores habituales e indiscutibles cada noche promedien 10 o más puntos. Con George Hill de base (10.6), Paul George (12.4) en el perímetro y David West (16) y Roy Hibbert (10.9) en la pintura, consolidan la teoría de que, pese a no tener grandes estadísticas, su regularidad les basta para mantener un bloque medianamente ganador. A todo ello, hay que sumar la reincorporación de, si cabe, un jugador que pudiera destacar sobre el resto (o que al menos lo solía hacer) como Danny Granger. Sin llegar a hacer el año pasado los mejores promedios de su carrera, el estadounidense fue un pilar clave el año pasado en su equipo. Este año sufrió una lesión que le ha tenido largo y tendido apartado del juego. En su reciente vuelta no dejó grandes números, pero sí la buena noticia de que Granger vuelve a pisar en partido oficial una cancha de baloncesto. Si va recuperando la forma, Indiana Pacers no solo recuperaría a un gran jugador, sino a un baluarte que durante un par de años fue un descabellado anotador NBA. 

Además, la franquicia ha convertido el Bankers Life Fieldhouse en uno de los fortines más seguros de toda la NBA. A día de hoy, son el 2º mejor equipo del Este en casa y el 5º mejor de toda la liga. Sin hacer mucho ruido (ya que no han alcanzado rachas demasiado largas) han conseguido balances muy buenos en conjuntos de 10 partidos. Sin ir más lejos, su actual 8-2 le permite disfrutar de una posición privilegiada como segundos en la Conferencia Este. Incluso han tenido actualmente el descaro de incluirse como aspirantes a ganar su Conferencia por delante de equipos teóricamente mejor preparados como New York Knicks o incluso Brooklyn Nets. Eso sí, hablar de Miami Heat y arrebatar el liderato en el Este ya es otra historia bien distinta. De momento han entrado en las quinielas para poder aspirar a algo más que Playoffs.

Lógicamente, todo este entramado funciona con unas premisas de juego claras: al baloncesto se consigue ganar metiendo más puntos que el rival. Y llevan a la máxima que no necesariamente hay que dominar anotando 110 puntos por partido como los Thunder. De hecho, Indiana Pacers es el 7º peor equipo en anotación con tan "solo" 94 puntos de media por partido. Desde luego, no se corresponden con la filosofía de intentar meter más puntos que el rival, sino de intentar que el rival meta los menos puntos posibles. Para ello, además, son el mejor equipo reboteador (casi 46 por partido) y defensor (deja a sus rivales en un 41% de media en tiros de campo) de toda la NBA. Y eso que su center titular, Roy Hibbert, no está pasando por su mejor momento de juego. Ha bajado dos puntos su media cuando se le presupone una proyección ascendente de dominio en su 4º año NBA.

Por todo esto, Indiana Pacers se consolida como una alternativa a tener en cuenta en el Este. No practica el mejor juego de contraataque, ni realiza acciones de gran espectacularidad y ni, por supuesto, son unos dechados de anotación. Pero tienen dos aspectos importantísimos en el baloncesto: tienen clara su filosofía de juego defensiva y funcionan como un conjunto pastoso y eficaz sin una estrella central. Los Indiana Pacers son ese bloque guerrero que se hace tan complicado ganar.





Fuente: www.nba.com/stats
Fotografía: http://bleacherreport.com/articles/1468229-indiana-pacers-vs-boston-celtics-preview-analysis-and-predictions http://www.solarsportsdesk.ph/bk/bkfeatures/2012/10/30/indiana-pacers-2012-13-preview

viernes, 22 de febrero de 2013

El showtime de Jerry Buss

Se puede invertir en muchos asuntos 67,5 millones de dólares. Una vida de lujo, despreocupación laboral, derroche, alardeo, ocio. La lista es amplia e ilimitada. Pero Jerry Buss, natural de Salt Lake City y fallecido desde el pasado lunes, tenía en mente otra situación. Una inversión como nunca nadie antes había hecho. "Un visionario propietario cuya influencia en nuestra liga es incalculable", en palabras de David Stern. Y no está equivocado. En 1979 Jerry Buss compra por 67,5 millones de dólares los Lakers y su Great Western Forum .  Y compra los Lakers para convertirla en la franquicia más exitosa en los últimos 30 años.

Fue alguien más que un simple propietario pasajero de un franquicia de la NBA. Según Pat Riley (ganador de 4 anillos como entrenador durante su mandato), "uno de los grandes innovadores en cualquier deporte que jamás se haya visto". Fue más que propietario, amigo e innovador, entre otras muchas cosas. Fue una leyenda sin jugar un solo minuto sobre la pista. Fue un ganador que cambió la historia de una exitosa franquicia. La NBA vivió en sus carnes y él desde su merecido altar el showtime de Jerry Buss. 

Un showtime que siempre ha estado identificado con Los Ángeles Lakers, y no es para menos. El sueño de Buss era reconvertir la franquicia angelina, hacer algo grande, desde la pista hasta la esencia, desde la ética hasta la estética. En 1979, la franquicia absoluta por excelencia en la NBA eran los Boston Celtics. Ganadores compulsivos, hasta esa fecha 13 trofeos de campeón engalanaban las vitrinas del Boston Garden. Ser de los Celtics representaba el orgullo verde, el símbolo de victoria que nada ni nadie podía quebrantar... hasta la llegada de Jerry Buss. Antes de su irrupción, los Lakers apenas habían conseguido 6 anillos... 5 de ellos en los años 50, todavía con la denominación Minneapolis Lakers con la estrella George Mikan. Ya había llovido y eso quedaba tremendamente lejano en el tiempo.

Y poco tardó la franquicia en notar los efectos del Doctor Jerry Buss. Y es que el de Salt Lake City revolucionó la franquicia. En primer lugar juntó a una de las mejores parejas de la NBA en toda la historia. En 1980 el famoso propietario adquirió en el draft a la magia más pura, sin varita y sin sombrero de copa, pero con trucos estelares sobre un parquet más que terrenal: aparecía en escena Earvin "Magic" Johnson. Con Magic y Kareem Abdul-Jabbar los Lakers recorrieron un camino más que exitoso, sencillamente marcaron época. El mejor base en 65 años de historia de la NBA junto con el máximo anotador de todos los tiempos. Dos maneras similares de tirar a canasta pero con una ejecución totalmente diferente (Baby Hook de Magic y Sky Hook de Jabbar). 

La segunda esencia que consiguió Buss fue discutir la supremacía verde coronándose campeón, encima, en terreno enemigo. Como buenos hermanos enfrentados, Lakers y Celtics coparon casi en exclusividad la gloria en los 80. Solamente unos osados Sixers  con una tal pareja Moses Malone-Julius Erving y unos chicos malos con Isiah Thomas a la cabeza metieron baza en la época dorada de la NBA. De momento, Jerry había logrado casi los mismos anillos en 10 años que la toda la franquicia en 30. 

Pero más allá de lo que logró, importó sobre todo el cómo. El showtime fue la seña de identidad de estos Lakers, en los que tuvieron a Magic Johnson su principal valedor. La grandeza ochentera de los púrpura y oro fue convertir el baloncesto en el más bello y mágico arte. La mejor definición de baloncesto hermoso y efectivo se vislumbró durante muchos partidos en los 80 en el antiguo Great Western Forum. Y además, Jerry Buss consiguió otra cosa más importante: parar la sangría campeona de los Boston Celtics. Todo ello juntando a un elenco de estrellas extraordinarios, desde James Worthy, pasando por AC Green y hasta Byron Scott. Secundarios extraordinarios para conformar un equipo de leyenda.

Cuando David Stern hablaba de que había sido un hombre influyente no lo hacía por alabar gratuitamente. Hizo de Los Ángeles Lakers el eterno rival de los Boston Celtics. Hizo de Magic el eterno rival de Larry Bird. Y eso, a la larga, no dejaba de ser también marketing.


"Se preocupaba de sus jugadores también fuera de la cancha"



Si por algo pudo presumir Jerry Buss es por aunar en la historia de una misma franquicia a auténticas leyendas del baloncesto estadounidense en particular y del mundo norteamericano en general. Pero si hay aún algo más grande que eso, como se ha podido comprobar inevitablemente en su funeral-homenaje, es que Buss entabló algo más que una relación profesional con los mitos de esta franquicia.

"Supe que aquel hombre se preocupaba por mí, más allá de los títulos y los éxitos sobre la cancha". Para Magic Johnson, Jerry Buss fue su segundo padre, lo que necesitaba por aquel entonces. Le llevó por primera vez a ver distintos deportes en vivo y en directo. Cuando se supo que Earvin tenía el SIDA, Jerry llamó a todos los hospitales para asegurarse de que iba a tener el mejor tratamiento posible. Contactaba con él a todas horas para que no se olvidase de sus medicinas. "Ahí supe que aquel hombre me quería". Sin duda, para Buss Magic suponía mucho más que un icono. "Ése era Jerry Buss. Se preocupaba de sus jugadores también fuera de la pista"

Cuando la franquicia angelina pasó sus días más negros a comienzos de los 90, un chaval de 17 años llamado Kobe Bryant irrumpió en escena. "Quiero que seas un Laker para toda tu vida". Kobe era joven y muy orgulloso y apenas le creyó esas palabras. 16 años después Kobe Bryant sigue siendo Laker y, con casi total seguridad, se retirará siendo one club man. Quizá fuera Buss quien le inculcó ese sentimiento, pero lo cierto es que tiene claro lo que son los Lakers. Siempre lo ha tenido: "Estamos jugando por algo más grande que nosotros. Más grande que esta temporada. Estamos jugando por la memoria de Jerry Buss". No hay duda de que alcanzarán los play off.


Sus otras dos perlas adquiridas tampoco pueden caer en el olvido. El nuevo milenio, como si de una profecía se tratase, trajo un three-peat con Kobe Bryant y con uno de los dos pívot más dominantes en la historia de la NBA: Shaquille O'Neal. Con carácter de showman, casi como le gustaba a Jerry, otorgó otros 3 títulos de campeón a los Lakers. El año 2000 vislumbró la nueva era de dominio púrpura y oro, hasta que Shaq y su unión con los Lakers terminó definitivamente. "Jerry era alguien que siempre me dio lo que quise. Quise una primera extensión de contrato y me la dio. Quise una segunda y también me la dio. Quise una tercera... y me traspasó". No guarda ningún rencor a Buss, y menos siendo consciente de que sus mejores épocas de baloncesto fueron en la franquicia angelina a su lado.

Su cuarta y última joya de la corona fue Pau Gasol. Los españoles tenemos un pequeño trozo de historia en esta gran franquicia gracias al de Sant Boi. "Tuvo la firme intención siempre de tener el mejor equipo del mundo para sus fans. Una de las cosas que más me inspiran de él es la cantidad de personas a las que ha impactado de forma positiva, por su capacidad de liderazgo y lo cerca que ha tenido a su familia en todo momento". De alguna manera, muchos sienten lo que Gasol, orgulloso de formar parte de los Lakers. En definitiva, orgulloso de formar parte de la historia de la mejor liga de baloncesto del mundo.


Showtime y gloria hasta el fin de sus días

A Jerry Buss el showtime le acompañó hasta el final de su vida. No solamente ha sido propietario de la franquicia más laureada en los últimos 30 años. Todo lo que ha rodeado a los Lakers, desde la pista hasta la imagen (incluso las Laker Girls), fue por el buen hacer del propietario. 

Ha conseguido juntar en la historia de un mismo equipo al mejor entrenador en la historia (Phil Jackson) y a una mente privilegiada del baloncesto (Pat Riley). Pat, actual boss de Miami Heat, tuvo también unas palabras en el adiós a Jerry. El máximo exponente del showtime en el banquillo volvió a Los Ángeles, y una vez más fue bello recordar esa conexión, aunque no fuera sobre una cancha de baloncesto. Un acto en el que también estuvo presente la leyenda de los banquillos. No se entiende la historia de Lakers en particular ni de la NBA en general sin Phil Jackson: el entrenador de baloncesto por antonomasia. Un dúo absolutamente estelar que dejó patente la grandeza técnica que ha cubierto de gloria a la franquicia.

Solamente ha habido una cosa que quizá se le haya escapado a Jerry Buss. "Al mejor jugador de todos los tiempos siempre le va a quedar una cosa por hacer: haber vestido de amarillo". Quien hablaba era Jack Nicholson y del que hablaba era Michael Jordan, evidentemente. Lo que está claro es que dado que a la franquicia siempre se la ha relacionado por ser el "hermano rico" de Los Ángeles, con Hollywood tan cerca los Lakers han terminado por tener el glamour que quería Jerry Buss. Casi podríamos afirmar sin temor a equivocarnos, que Jerry Buss fue, como propietario, lo más parecido a Red Auerbach en los Boston Celtics.

El homenaje funeral celebrado ayer supuso la consagración de una figura, de un mito, de un businessman, de un visionario, de un propietario, de un innovador, de un genio, de un corazón generoso, de un fan del baloncesto, de un hombre que invirtió 67,5 millones de dólares en un sueño. Un sueño que a día de hoy es una realidad. 10 anillos, ristra de estrellas insuperables, entrenadores de leyenda y el juego más atractivo. Su legado es envidiable. 



"Esta es una celebración de la vida. Es una celebración de éxito. No tenemos que estar tristes... tenemos que celebrar su vida".

Y así haremos por siempre, Magic. 

D.E.P. Jerry Buss (1933-2013)








Fuentes: http://es.eurosport.yahoo.com/noticias/leyendas-lakers-despiden-jerry-buss-emocionante-tributo-073513189--nba.html http://espn.go.com/blog/los-angeles/lakers/post/_/id/35843/david-stern-remembers-dr-jerry-buss http://www.washingtonpost.com/blogs/early-lead/wp/2013/02/21/kobe-bryant-pays-tribute-to-jerry-buss-and-lakers-beat-celtics-video/
Fotografías: http://www.eurweb.com/2013/02/los-angeles-lakers-owner-jerry-buss-dies-at-80/ http://sports.blogs.mydesert.com/2013/02/18/jerry-buss-sports-best-owner/ http://www.altaspulsaciones.com/nba-luto-fallecimiento-jerry-buss-dueno-lakers.html

http://www.latimes.com/sports/lakersnow/la-sp-jerry-buss-pictures-20130214,0,6879149.photogallery http://www.nba.com/lakers/photogallery/drjerrybuss_throughtheyears?page=8
http://www.spokeo.com/Phil+Jackson+1/Oct+30+2006+Jerry+Buss+Hollywood+Walk+Of+Fame+Ceremony

domingo, 17 de febrero de 2013

Michael Jordan: 50 años del mito

Es imposible escribir algo de Michael Jordan que no se haya dicho, escrito, oído, visto o comentado en cualquier rincón de este planeta. A nadie se le va a descubrir el que posiblemente sea el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos. Y digo posiblemente, porque flotan como una nebulosa dos grandes nombres que también hicieron historia, y muy bella: Magic Johnson y Wilt Chamberlain. Con el primero, el apodo lo define perfectamente. La pureza de la magia al 100%. Al segundo le mataron dos cosas para ser candidato a ello: la ambición y la época. Hay quien piensa que Wilt Chamberlain es el mejor de la historia. Y tiene todo el derecho. Modestamente, y como tampoco voy a descubrir nada nuevo, este es mi pequeño recuerdo y  homenaje a los 50 años de vida del mito del baloncesto mundial. Lo más trascendental del su Majestad. Medio siglo de vida para el gran Michael Jordan.

Para algunos, el mito fue descubierto allá por 1997, cuando la pasión por la NBA y la difusión mediática se fusionaron. Un chico de la generación de 1989 que descubrió poco a poco que había baloncesto al otro lado del charco. Y vaya que si había. Y que allí jugaba un tal Michael Jordan en los Chicago Bulls, y que lo primero que piensas es que el uniforme es muy bonito y que está un pabellón llamado United Center lleno, abarrotado. Justo a partir de ahí para algún seguidor ferviente de la NBA comenzaba el mito en directo. La misma temporada en la que se conjuntó, estadísticamente, el equipo con mejor balance en la historia. Y, a partir de ahí, progresivamente se descubre el mundo de MJ.

A partir de ahí, todo tipo de documentos están a la entera disposición para completar su legado. No sería acertado componer un perfil biográfico repasando su extensa carrera. Aunque sea medio siglo de vida, es muy complicado escribir de la carrera de Jordan y no pensar que te has quedado corto. Podríamos hablar de que Kobe Bryant es lo más parecido a él; que Jordan será único y no tendrá sucesor o que es un pésimo gestor deportivo. Y cualquier tema que surjan en todo el mundo. Pero creo que hoy no toca eso.

Por eso, hoy solamente voy a limitarme a darle las gracias por descubrirme que el baloncesto es un ser querido. Querido baloncesto. Qué dos palabras tan significativas. Todavía se me humedecen los ojos y se me erizan los pelos. El jugador más grande de la historia dedicó, a los 28 años, una carta en su retirada (aunque no sería la definitiva) del baloncesto. Como si se tratase de su gran pareja sentimental. De su amor platónico. De su idilio perfecto. No hay mayor muestra de pasión posible. Se acordó de su carrera, sus padres, sus compañeros, allegados y fans. De los momentos duros y tensos, de los bellos y emotivos. E incluso tuvo tiempo para dedicar unas palabras a su cameo en Space Jam. No podía ser de otra manera. Aquel que será por los siglos de los siglos referencia en el mundo del baloncesto dijo adiós y no de cualquier manera. 

He tenido la suerte de que me enseñaran que cuando algo pueda hablar por sí solo es mejor no decir nada. Por eso creo que mis mejores respetos y homenajes es recuperar las palabras más grandes que pudo decir Air. Y si se trata de que lo dijo el mito, más todavía. Ésta fue la carta de Michael Jordan al baloncesto en su despedida. 

Felices 50, Michael

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Querido baloncesto,


Han pasado casi 28 años desde el primer día que te conocí. 28 años desde el primer día que te vi detrás de nuestro garaje. 28 años desde que nos presentaron mis padres.

Si entonces alguien me hubiera dicho en lo que nos convertiríamos el uno para el otro, seguro que no le hubiera creído. Luego empecé a verte alrededor de mi barrio y en la televisión. Solía verte en los playground. Pero cuando mi hermano mayor empezó a prestarte más atención, comencé a preguntarme si eras algo diferente.

Cuánto más te conocía, más me gustabas. Pero como una broma del destino, cuando finalmente me empecé a interesar por ti de forma real, cuando me sentí preparado para tomarte en serio, me abandonaste en el instituto. Me dijiste que no era suficientemente bueno.

Aquello me dolió y me hundió. Creo que incluso lloré.

Pero sentía un amor por ti mayor que nunca. Entrené. Trabajé en mi juego sin descanso. Pase. Regate. Tiro. Visión. Corrí. Fortalecí mi físico. Levanté pesas. Te estudié. Empecé a enamorarme de ti y tú te diste cuenta. Al menos eso es lo que decía mi entrenador Dean Smith.

En ese momento no sabía exactamente qué es lo que ocurría. Pero ahora lo sé. Dean Smith me estaba enseñando a amarte, a escucharte, a entenderte, a respetarte y a apreciarte. Y entonces, ocurrió. Esa noche, en el Louisiana Superdome, en el último segundo de la final por el titulo ante Georgetown, me encontré en un rincón y bailamos.

Desde entonces, has sido mucho más que un balón para mí. Mucho más que una pista. Mucho más que un aro. Mucho más que un par de zapatillas. Mucho más que un partido.

En cierta forma, has sido mi vida. Mi pasión. Mi motivación. Mi inspiración.

Tú eres mi mejor seguidor y mi más duro crítico. Tú eres mi amigo más querido y mi más fuerte aliado. Tú eres mi profesor más retador y mi mejor estudiante. Tú eres mi más fiel compañero y mi más fiero competidor. Tú eres mi pasaporte alrededor del mundo y mi llave dentro del corazón de millones de fans.

Han cambiado muchas cosas desde que nos conocimos por primera vez pero, en cierta forma, tengo que agradecerte mucho. Así que si no lo has oído antes, deja que lo haga ahora para que todo el mundo pueda escucharlo. Gracias. Gracias, Baloncesto, Gracias por todo.

Gracias por todos los jugadores que llegaron antes de mí. Gracia por todos lo jugadores contra los que luché. Gracias por el campeonato y por los anillos. Gracias por los All-Star Games y los Playoffs. Gracias por los últimos tiros, los tiros sobre la bocina ganando partidos, las victorias y las derrotas. Gracias por lograr que me ganara la vida. Gracias por el número 23. Gracias por North Carolina y por Chicago. Gracias por el apodo de Air. Gracias por los movimientos en el aire y mi capacidad para volar. Gracias por el concurso de Mates. Gracias por el deseo y la motivación, el corazón y el alma, el orgullo y el coraje. Gracias por el espíritu competitivo y la competición. Gracias por los fallos y los aciertos, por las bendiciones y los aplausos. Gracias por el triángulo. Gracias por el béisbol y los Barons. Gracias por perdonarme. Gracias por los asistentes, los trainers y los médicos. Gracias por los locutores, los árbitros, los periodistas, los reporteros, la televisión y la radio. Gracias por los Pistons y los Lakers, los Cavs y los Knicks, los Sixers y los Celtics. Gracias por Phoenix, Pórtland, Seattle y Utah. Gracias por los Wizards. Gracias por los que creyeron en mí y por los que dudaron de mí. Gracias por el entrenador Smith, el entrenador Loughery, el entrenador Albeck, el entrenador Collins y el entrenador Jackson. Gracias por la educación y la experiencia. Gracias por enseñarme este deporte desde cerca, desde arriba, desde abajo, desde lejos y desde dentro. Gracias por cada seguidor que alguna vez haya gritado mi nombre, que alguna vez me ha aplaudido a mí o a alguno de mis compañeros, que me ha dado la mano o que me ha animado. Gracias por todo lo que has dado a mi familia. Gracias por la luna y las estrellas y por último, gracias por Bugs y Marte.


Sé que no soy el único que te ama. Sé que hubo muchos que te amaron antes que yo y que habrá muchos que lo hagan después de mí. Pero también sé que lo nuestro ha sido único. Ha sido especial. Así que aunque sé que nuestra relación seguirá cambiando, como cualquier otra relación, hay algo que es seguro.

Te amo baloncesto. Amo todo lo que hemos vivido el uno para el otro. Mis días como jugador de la NBA se han acabado definitivamente, pero nuestra relación nunca terminará

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Fotografía:http://casasdefamosos.es/la-casa-de-michael-jordan.html http://claretianos100x100.blogspot.com.es/2009/11/biografia-de-michael-jordan.html


lunes, 11 de febrero de 2013

Len Bias y su tragedia NBA

"Seguramente no me daré cuenta hasta dentro de 10 años cuando sea mayor, vea jugar a alguien y pueda decir: vaya, yo solía hacer eso, y lo hacía mejor. Mucha gente me dice: ¿Cómo lo haces? Y yo no creo que sea para tanto. Para mí no es nada"

Leonard Kevin Bias sabía que era bueno. Muy bueno. Prácticamente único. Y eso es lo que quería mostrar al mundo y a la NBA. Acababa de ser seleccionado por Boston Celtics como número 2 del draft en 1986. Maryland era testigo de uno de los mejores jugadores universitarios que ha conocido el baloncesto. Alero de 2.03, con un don extraordinario, un talento sobrenatural. Dotes físicas, capacidades técnicas y pasión baloncestística extraordinaria. Pero sobre todo tenía proyección para el que pudo haber sido uno de los mejores jugadores en la historia de la NBA... hasta que la mayor de las desgracias cambió el rumbo de los acontecimientos en esta historia.

Len Bias era un jugador completo, capaz de hacer de todo y todo bien. Salvando las distancias, si es que las pudiera haber habido, lo que hoy conocemos por LeBron James. Sí, Boston Celtics por aquel entonces pudo tener a su LeBron James. Un alero alto, fuerte, con capacidad de salto, con mucha garra, con un tiro en suspensión casi perfecto (una mecánica infalible), con muchísima calidad y talento, con ganas de comerse el mundo, de demostrar al público que había nacido para el baloncesto y con toda la ilusión por delante de un novato con los pies en la Tierra que sabe que puede hacer algo grande en la mejor liga de baloncesto del mundo.

Con este panorama, entretanto, el ilustre Michael Jordan solamente llevaba 2 años jugando en la liga al servicio de los Chicago Bulls. La NBA iba a recibir al años siguiente a un rookie con proyecto de leyenda.

"En mis más de 20 años como entrenador en Duke, solo he visto a dos jugadores que de verdad me hayan impresionado: Michael Jordan y Len Bias".

Mike Krzyzewski, el actual entrenador de la selección estadounidense, hizo este comentario tan tajante como acertado. Y si Nike le había ofrecido un contratazo a Michael Jordan, Reebok había hecho lo propio con Len Bias. 

El joven jugador estaba siguiendo todos los pasos necesarios para ser uno de los reyes de la NBA. Pasado extraordinario, futuro prometedor, alabanzas de todos los lados ("Eres el amo, Lenny, el amo") y un archienemigo para forjar un duelo de leyenda (que ya vivieron en la Universidad: North Carolina Vs Maryland) para los años 90: Michael Jordan contra Len Bias. Chicago Bulls contra Boston Celtics.

Evidentemente, al que no se le escapó el chico (y es que nunca se le escapaba nada) era al mítico Red Auerbach. Si algo había tenido Auerbach a lo largo de toda su carrera (a parte de carisma, carácter, buen gestor y 9 anillos con los Celtics como entrenador) era muy buenos consejeros. Para todo. Los tuvo con Bill Russell, uno de los pívots más fundamentales en la historia. Los tuvo con Larry Bird en 1978 para hacerse de oro con uno de los 5 mejores alas de toda la historia. Y los había tenido con Len Bias. 

- "Créeme, Red. Es justo lo que necesitas"
- "¿Estás seguro?"
- "No. Es más de lo que necesitas"

Red lo había seguido durante tres años para agenciárselo a sus Celtics. Unos Celtics al que solo les hacía falta una última piedra para construir su futuro en la década de los 90. Y lo habían encontrado con un jugador que iba a alternar y dar descanso a Larry Bird y Kevin McHale alternando posiciones. Una nuevo diamante en bruto iba a llegar. En el campus de Marshfield dio toda una exhibición que no pasó desapercibida a nadie. El general manager por aquel entonces de los Boston Celtics, Jan Volk, y su ojeador principal Ed Badger, cerraron las libretas y las dejaron a un lado. "Te lo dije. Es nuestro hombre". Efectivamente lo era. Auerbach sabía de su importancia y se lo trasladó rápido tanto a los padres como al chico.

- "Si te esperas al año que viene y te gradúas, jugarás con nosotros. Jugarás en los Celtics"
- "Hijo mio, está claro que te quieren. No le des más vueltas, simplemente te necesitan"

Y efectivamente. En 1986 la historia de los Boston Celtics en particular y de la NBA en general parecía ganar en ilusión y en un brillante futuro.

- "Con el número 2, Boston Celtics eligen en el draft de la NBA a... Len Bias"

Los orgullosos verdes ya tenían a su prometedora estrella. Incluso el mismísimo Larry Bird se comprometió a dedicar parte de su tiempo en verano con el nuevo talento adquirido. La NBA había logrado conjuntar en la mejor liga de baloncesto futuros enfrentamientos entre 2 jugadores jóvenes y con muchísima clase, llamados a ser grandes genios. En los años 90 los Bulls de Jordan y los Celtics de Bias iban a tener algo que decir.


Por el día el comienzo del éxito... y 2 noches después el final de la tragedia


El 17 de junio de 1986 ya se había convertido en especial. Tras posar junto con la gorra de su nuevo equipo y desplegar una sonrisa, comenzaron a sucederse todos los momentos mediáticos que iba a vivir a lo largo de su etapa en la liga. Firma de su nuevo contrato con la franquicia, contrato de un millón de dólares con Reebok, sesión de fotos durante largas horas, atención a los medios, preguntas incómodas y no tan incómodas (aunque se sintió permanentemente incómodo). 

Sus amigos le envidiaban, los periodistas se frotaban las manos, sus allegados estaban felices... pero él se encontraba extraño. Sentía una mezcla de felicidad por alcanzar el sueño pero de agobio por todo lo que en apenas 2 días había vivido. Extraño, realmente, durante los dos días: desde su selección hasta la noche de la tragedia (una noche que describe a la perfección con pelos y señales Gonzalo Vázquez).

El último día fue también la gota que colmó el vaso para él. Estuvo con sus padres, charlando de lo agobiado que estaba y de lo agotador que le estaba resultando todo. Su padre le dijo que se fuera acostumbrando. Quizá ese último consejo paterno fuera el peor que se le pudo dar. Su padre se despidió de él con un "Descansa hijo, tienes que estar agotado", pero los planes de Bias eran disfrutar a tope la noche y la madrugada.

Fue a su residencia habitual, recogió en coche a su mejor amigo Brian Tribble y compraron cerveza para amenizar su última noche de "libertad". Se dirigieron a la famosa habitación 1103 del Washington Hall junto con Long y Gregg, dos compañeros de Universidad. Juntos recordaronn felizmente sus inicios mientras lo acompañaban con sueños futuros: ¿Cuántos anillos ganaría Bias? ¿Quién podría superar su gran temporada en la liga universitaria?. Entre risas y cerveza, la noche iba cayendo, pero cuanto más avanzaba la noche más cerca estaba el final. Fue entonces cuando Tribble sacó de su diminuta bolsa unas pequeñas piedras de cocaína con una pureza del 98%. 

Es cierto que Bias y Tribble no eran consumidores habituales. Bias no renunciaba a la droga, pero solo en momentos puntuales de fiesta. Jamás tuvo un exceso... aunque los dos días de infarto para él que pasó entre tanto foco mediático le hicieron olvidarse de ser comedido. Tribble comenzó a esnifar y a ofrecérselo a Bias. Cuando se quedaron finalmente solos en la habitación, cada vez hubo menos risa y más tristeza. Bias parecía despreocupado, dejando caer sobre la cerveza dos pequeñas piedras de coca. Y también esnifó, por supuesto. De manera desmesurada. Una y otra vez.

-"¡Eh, tío! vale, ¿no? Acabas de...
-"¡Déjame en paz, puedo con todo! ¡Soy un caballo!"

Cuando llegaron las 6 de la mañana, Len Bias estaba en un estado físico deplorable... hasta que totalmente zombie se sentó en el sofá y cayó en la cama. Empezaron las convulsiones y los ataques. Sus tres amigos poco pudieron hacer. Tribble llamó por teléfono.

-Hospital Leland, buenas noches.
-¡Que venga una ambulancia!
-¿A qué lugar?
-Es la 1103 del Washington Hall. ¡Es una emergencia! ¡Es Len Bias... que ha ido a Boston... y necesita ser atendido!
-¿De qué está usted hablando?
-Estoy diciendo que alguien necesita ayuda... ¡Len Bias necesita ayuda!
-De acuerdo, no hay problema con su nombre. ¿Qué es lo que ocurre?
-No... no respira bien.


[...]

-¡Por favor, vengan rápido! ¡No es una broma!
-De acuerdo, Washington Hall, apartamento número 1103.
-¡Sí! ¡Le están haciendo el boca a boca! ¡Escuche! ¿No lo oye? ¡Es Len Bias! ¡Tienen que hacer que viva! ¡No puede morir! ¡En serio, señor! ¡Vengan rápido, por favor!


A las 6:36 del 19 de junio de 1986 Len Bias dejó de respirar haciendo inútil cualquier esfuerzo médico. A las 8:55 doctores y familia confirmaron su muerte por una sobredosis de cocaína que interrumpió la actividad cerebral que controlaba su corazón. Le siguieron los continuos ataques y el posterior paro cardíaco.


El legado de Len Bias


Pese a no conseguir disputar, como es evidente, ni un minuto en la NBA, Len Bias ha dejado un legado con más tintes épicos que otra cosa. Aún así, merece ser reseñable. Quizá sea el jugador que más huella ha dejado sin llegar a jugar.

Bias era apodado "Horse" (caballo) porque decían de él que podía con todo lo que le venía. De hecho, él mismo lo sabía y se consideraba una especie de superhombre (hasta el punto de consumir droga de manera abusiva e inconsciente sin ningún temor). Pero solamente hubo una cosa con la que Len nunca pudo como ya se ha dicho: la presión mediática.

"Tienes que vivir cada situación intensamente, como si fuera la última de tu vida"

Len Bias llevó al máximo su afirmación. Para jugar al baloncesto, para afrontar la vida... y también para divertirse. Fue disfrutando al máximo todo lo que le iba llegando. Disfrutó, de manera inconsciente y desmedida, incluso hasta en los últimos minutos de la última noche de libertad antes de empezar a entrenarse en una franquicia de leyenda. Tuvo la posibilidad de cambiar el rumbo de la historia en la NBA.

Los Boston Celtics confiaban en él a ciegas. Red Auerbach pronosticaba un futuro de oro: "Es un gran deportista. Le he visto jugar muchas veces. Le he visto entrenar. Tiene los mejores hábitos que uno puede desear. Es un chico ideal. ¿Has oído alguna vez la expresión 'seguro de vida'? Pues Len es nuestro mejor seguro de vida". Posterior y desgraciadamente, el propio Auerbach reconoció que su muerte fue el mayor impacto en Boston desde el asesinato de Kennedy. Len estaba predestinado a convertirse en un Bill Russell, en un Larry Bird, en un Paul Pierce. KC Jones dijo de él que "construiría un equipo en torno a su figura porque era absolutamente imparable". No le faltaron ídolos de gran escala ni metas. Lo que le faltó fue, en el momento cumbre, tener las ideas claras.

Pero si de algo sirvió la muerte de Bias, fue que muchos jóvenes, que por aquel entonces desconocían los efectos tan devastadores de la droga, consiguieron concienciarse de la situación. Las drogas son peligrosas y pueden llegar a truncar una carrera predestinada solo a los más grandes. Además, hubo un detalle tras su muerte que reflejaba la conexión temporal entre Jordan y Bias, y no precisamente en los Bulls y los Celtics. Al poco rato de morir, la familia Bias recibieron las primeras flores de condolencia... y esas flores fueron las de Michael Jordan.

Como todo deporte de ficción, se pueden hacer muchas especulaciones, equivocadas o no. Igual pudo ser uno de tantos talentos que juegan en la NBA y se quedan a medio camino de ser estrellas. Lo único seguro es que tuvo ante sí un momento de plenitud... de poder tener todo lo que había soñado, y demostrarle al mundo su grandeza. Pasó de aspirar a entrar en el cielo a caerse a los infiernos antes de tiempo. De poder ser una de las grandes estrellas de la liga a no disputar, desgraciadamente, ni un solo minuto. En definitiva... Len Bias fue una de la mayores tragedias de la NBA. La historia de su tragedia... La historia del jugador que tristemente no fue... pero de lo increíblemente que pudo haber sido.

"Creo que realmente he sido bendecido por el Señor. Y le doy las gracias por todo el talento que me ha dado"

D.E.P. Len Bias (18 Noviembre 1963 - 19 Junio 1986)






Fuentes:
*RECOMENDACIÓN LECTORA: La última noche por Gonzalo Vázquez
*RECOMENDACIÓN AUDIOVISUAL: La tragedia de Len Bias
http://www.libertaddigital.com/deportes/2011-12-24/len-bias-la-noche-mas-tragica-de-la-historia-de-la-nba-1276445224/
http://www.marca.com/2011/06/19/baloncesto/nba/1308465065.html?a=PRO7c64385fc3017c7a6ceb84a6548eee32&t=1360581064
Fotografías: http://sportsinvasion.net/2012/08/30-days-of-30-for-30-without-bias/
http://www.libertaddigital.com/c.php?op=ampliar&id=1276445224
http://hiphopwired.com/2012/06/22/len-bias-reggie-lewis-the-greatest-nba-superstar-duo-that-never-happened/ http://www.nytimes.com/imagepages/2009/09/30/arts/04lidz2.ready.html http://sports.espn.go.com/espn/page2/story?page=jones/060619

martes, 5 de febrero de 2013

El doble filo del jugador franquicia

Ya sabemos todos lo importante que es en la NBA que un equipo cuente con el llamado "jugador franquicia". Aquel en torno al cual puedas construir un equipo, ese jugador deseado por muchos General Manager, con talento, con capacidad de liderazgo, joven normalmente y que posee las cualidades necesarias para asociarle con la estrella del equipo. Sin embargo hay ocasiones en las que disponer de un jugador franquicia puede jugar malas pasadas. O porque se abusa de él y si se lesiona el equipo se resiente en la inmensidad, o porque al estar construido todo en torno a ese jugador, no pueden experimentar filosofías de juego diferentes y que, en ciertas ocasiones, resultarían provechosas. Muy bueno por su importancia, pero a veces negativo por su falta. Es el doble filo del jugador franquicia.

Si hablamos del apartado de bases, hay una gran variedad en cuanto a resultados. En primer lugar, el de un equipo que, sin él, no tienen rumbo alguno: Los Ángeles Clipeprs y Chris Paul. Evidentemente no representa ningún problema que el de Wake Forest esté en cualquier equipo... pero si verdaderamente está jugando sobre el parquet. El inconveniente llega cuando se lesiona, como le está pasando actualmente a los Clippers. Los de Del Negro han perdido 7 de los últimos 10 partidos, y además 3 de ellos de forma consecutiva. En cuanto a rachas en este momento, es el tercer peor equipo de la Conferencia Oeste. Quién se lo iba a decir después del brillante comienzo. Por todos es sabido que Paul es el auténtico motor del equipo, playmaker y líder, capaz de hacer las labores más necesarias en un equipo que como es lógico necesita de un director de juego. Antes de la llegada del base a los Clippers, la franquicia no tenía grandes opciones de aspirar a casi nada, entre otras cosas porque Blake Griffin no era el jugador que es (un Griffin que había logrado jugar 197 partidos seguidos desde que su fatídica lesión en el 2009). Clippers había conseguido cuadrar un equipo muy decente para estar arriba y toser a los más grandes, por lo que sí que me ha sorprendido su declive pese a contar con la baja de uno de los mejores bases de la NBA.

Otro caso de menor actualidad pero no menor trascendencia es el de Boston Celtics y Rajon Rondo. Pero lo curioso en esta ocasión es que la mítica franquicia está obteniendo mejores resultados sin él. Estamos hablando del presumible foco, alma y futuro de los Celtics con nombre y apellido. Un equipo que ha girado, poco a poco, en función de su playmaker titular si exceptuamos a uno de los hombres que serán leyenda en la franquicia como Paul Pierce. Sin embargo, la conclusión desde que no está Rondo, de momento, es bien distinta. Los de Doc Rivers han conseguido ganar todo lo que han jugado desde que perdieran a su base titular. 4 victorias conseguidas de manera distinta y ante rivales de distinta entidad: Miami Heat, Sacramento Kings, Orlando Magic y la última precisamente ante Los Ángeles Clippers. Que no se me malinterprete, no digo que Rajon Rondo no sea un superclase (faltaría más). Lo que sí que parece es que Boston Celtics apela a ese carácter intrínseco de "orgullo verde" para ganar cuando Rondo no está en pista. Y también parece que hacen una labor más conjunta, pese a que Rondo, pese a que Rondo promedia 11 asistencias por partido. Puede sonar raro, pero la autogestión en la pista (Lee-Bradley-Pierce), la inteligencia de Doc Rivers desde el banco y ese extraordinario orgullo que llevan tan profundo los Celtics, pueden hacer que la baja de Rondo no se note tanto. Es el caso del jugador franquicia que con él rinden de una forma, y sin él, de momento, rinden de otra. No pueden decir lo mismo los Clippers.

El tercer caso, que ya coleaba tiempo atrás, es el de Derrick Rose. Chicago Bulls ha tenido que aprender, a la fuerza, a vivir sin su principal estrella. Y, como era de esperar, seguramente les iría mucho mejor con su estrella. Sería muy injusto establecer comparaciones con la actualidad, pero el último recuerdo que tenemos de Rose (aparte del de la fatídica lesión) es que, con él, Chicago Bulls despegaban como un cohete, llegando a ser el equipo con mejor balance la pasada campaña en Regular Season. Rose siempre ha sido un motor fundamental para los de Tom Thibodeau. Lógicamente, Chicago Bulls no tiene mal roster y puede salir a flote fácilmente, sobre todo si está en la "débil" Conferencia Este. Gracias, en parte, a su juego interior con Boozer y Noah, los de la ciudad del viento han sobrevivido a las tempestades que les han llegado. 29 victorias y 19 derrotas sin llegar a hacer un gran juego vistoso. Como es de esperar, a la vuelta de Derrick Rose, además de anotación, les esperará mayores apoyos a la hora de organizar el juego.

Quiero incluir un cuarto caso de base cuando hablamos del binomio ausencia/presencia de jugador franquicia en un equipo (y además que se haya podido comprobar). Estoy pensando en los Golden State Warriors de Stephen Curry. Los de Mark Jackson han demostrado ser un equipo sólido y equilibrado, con recursos y con grandes posibilidades de mezclar las piezas si las lesiones se lo permiten. Es evidente la importancia que tiene el playmaker de la franquicia californiana tanto para la anotación como para la organización del juego. Sin embargo, grracias entre otros a un superlativo Klay Thompson han conseguido remar con buenas maneras en 2 partidos que se antojaban complicados. El primero fue ante Cleveland Cavaliers y lograron ganar plagados de bajas (sin Barnes, sin Bogut y sin Curry, evidentemente). El segundo ante los Dallas Mavericks siguió una tónica muy parecida. Consiguieron que no se notara que faltaba su estrella en dos partidos más o menos complicados. Tienen la gran ventaja de sobreponerse más alla de la figura de un jugador.

Pero si decíamos que Clippers pierde mucho gas sin Paul, los Celtics se acomodan sin Rondo, los Bulls lo harían mejor con Rose y los Warriors están bien engrasados con o sin Curry; también se abre un apartado (lejos de los directores de juego) en los que jugadores franquicias actúan positiva o negativamente sobre un equipo. Hay dos casos que vienen a la mente nada más hablar de "jugador franquicia que actúa negativamente sobre un equipo". No siempre, pero en ocasiones sí. Aunque se podría hablar de ellos de manera conjunta, tanto por su incidencia con su traspaso como por su posición, hay varios factores a destacar por separado, por lo que será mejor un análisis individual de cada uno. Sí, hablamos del binomio Dwight Howard y Andrew Bynum. 

Los Ángeles Lakers tienen la desgracia de haber caído en un futuro incierto, precisamente, por apostar al por mayor por una de las grandes estrellas de la liga. Dwight Howard empezó mal su fichaje con los Lakers precisamente por estar lesionado. Hasta ese momento, nadie tiene culpa. Más culpa tendría si se dedicase a jugar a los bolos en ese estado. El caso es que, bastante ilusionado, quiso jugar pronto con su equipo, un franquicia construida a golpe de talonario que aspira a ser la más absoluta ganadora. Un contrato de poco más de 19 millones por el único año firmado. Sin embargo, a cualquier aficionado Laker que se le pregunte, la palabra para definir hasta ahora mejor a Dwight Howard sea la de decepción. Claro que ha conseguido cuajar partidos buenos estadísticamente hablando con por ejemplo 14 puntos y 26 rebotes o 28 puntos y 20 rebotes. El problema es que la mayoría de partidos debería desprender esa estadística, con más rebotes defensivos incluso y con mayor acierto en el aro, tanto en TC como en tiros libres. Los tiros libres representan una de las mayores piedras en estos Lakers en general, y en Howard en particular con un paupérimo 49%. Resulta curioso este dato, porque recientemente Howard ha señalado que en su etapa de High School alcanzó el 90% desde la 4'60. No hace falta más que ver sus estadísticas progresivas para darse cuenta de que, como muchas otros jugadores, se olvidan de facetas importantes en el juego al no necesitarlas vitalmente para sobrevivir en la liga. Blake Griffin mejoró su tiro al ver que solamente con vivir del mate no era suficiente. Howard, desde ese 90%, cuando llegó a la liga anotaba casi el 70% de los tiros libres... hasta hoy, con el 49%. Una regresión, seguramente por no practicarlo como debería como factor determinante. El caso es que entre los tiros libres, las lesiones (ahora del hombro), las continuas quejas durante la temporada (todo fueron risas hasta que empezaron a perder escandalosamente y de manera bochornosa), las continuas rectificaciones (palabras que dijo en caliente y que pidió perdón posteriormente) y su ya sabido carácter (la escenita con Van Gundy en los Magic) hacen que sea una piedra de futuro bastante irregular en el equipo de los Buss. Un center muy válido pero que ha fallado en muchísimos intangibles como la lucha por el rebote, la autocrítica, la mejora y la exigencia en uno mismo. Un jugador franquicia con muchas dudas... que al menos demuestra cierto gusto por jugar al baloncesto.

Un gusto que se ha puesto en entredicho muchas veces al hablar de Andrew Bynum. Los Philadephia 76ers actualmente pagan algo más de 16 millones a su supuesto jugador franquicia. Un center que todavía no ha podido hacer acto de presencia con las zapas calzadas para demostrar lo que puede ofrecer. El motivo de no poder esperar tan deprisa grandes cosas fue parecido al de Howard: una lesión. Sin embargo, a pocas cabezas en su sano juicio con cierta responsabilidad se les ocurriría jugar a los bolos en plena recuperación de alguna parte de su cuerpo, sobre todo del tren inferior y siendo tan alto y corpulento. Pese a hacer su mejor campaña en la NBA el año pasado, con anotación, puntos e incidencia en el juego, desde que los Sixers lo ficharon no ha podido/querido sentar la cabeza. Un jugador franquicia, tildado así por importancia en su fichaje como por su contrato, que representa, de momento, la plenitud de un mero juguete roto.

Puede sonar sangrante si hablamos ahora del último interior que tenía guardado, pero me sirve para cerrar el apartado de lesiones y para volver a encumbrar a una joya de la historia de la NBA. Los San Antonio Spurs, y así creo que lo reflejarán los anales de esta liga, cuentan con un jugador impecable e intachable en absolutamente todo. Tim Duncan, pese a su última lesión ante los Wizards, es el modelo de jugador franquicia. Hace jugar, no amasa bola, respetuoso, bueno, con clase, de los mejores fundamentos sobre la cancha... Ya encumbré un día a ese nadador de Islas Vírgenes como para seguir por aquí. Pero Duncan, desde el anillo en 1999, ha sido un one club men que ha demostrado compromiso, fidelidad, calidad y apoyo incondicional al equipo incluso cuando él no juega con una ética de trabajo impecable, la misma con la que se inició en Wake Forest. Y todo esto por el módico precio máximo de 22 millones en la temporada 2009/2010. Cuando ahora vive su segunda juventud, tiene un contrato de algo más de 9 millones. Pide y da sabiendo hasta donde puede llegar. Una maravilla de jugador y compañero al servicio de uno de los mejores entrenadores que la NBA podrá presumir de tener (junto a los Auerbach, Sloan, Jackson, Riley, Nelson): Gregg Popovich. Como para decirle a Gregg que su equipo se resiente si le falta un jugador (aunque sea uno de los mejores 4 en toda la historia).

Esto podría ser un resumen para cuando faltan jugadores franquicia que han tenido lesiones y sus equipos se han podido ver influidos en mayor o menor medida. El último breve apartado está dedicado a esos que aunque no falten son las actuales estrellas del top 5.

LeBron James, quién consiguió ayer un descomunal 92,8% de acierto en tiros, es el líder indiscutible de Miami Heat. Un líder y jugador franquicia que cabe preguntarse qué sería de Miami sin él. Estamos viendo a la franquicia de Florida pisar el acelerador solamente cuando hace falta (y ya es bastante para ser líderes del Este). La importancia de LeBron está fuera de toda duda. Un jugador franquicia indispensable para su equipo. Si LeBron es fundamental, James Harden es indispensable. En un equipo como Houston Rockets, donde Jeremy Lin no es quien parecía ser, solamente el de Arizona State vislumbra claros en oscuridad. Un escolta que su anotación se antoja crucial para que su equipo gane. Un jugador franquicia en toda regla en el que, sin él, su equipo se resiente hasta límites exagerados.

Y la diferencia de construir un equipo ganador en muchas de sus facetas o no, pasa por la importancia de jugadores como Carmelo Anthony, Kevin Durant y Kobe Bryant. Carmelo Anthony, dado el nivel actual y el nivel de ritmo de los Knicks, podrían pensar en sobrevivir sin su estrella. En el caso de Kevin Durant, es algo menos creíble. Si los Thunder tuvieran que vivir de lo capaz/incapaz que fuera Westbrook para ser una estrella, los de Scott Brooks no estarían arriba en la clasificación. Seguro. La importancia de Kevin Durant en Oklahoma (en comparación con las otras grandes estrellas) quizá sea la más determinante. Y por último, Kobe Bryant. Sea por lo que sea, Kobe tiene que ser fundamental hasta el fin de sus días sobre una pista de baloncesto. Y lo es. Para defender a la estrella rival, para anotar el buzzerbeater, para repartir las 14 asistencias de turno o simplemente para ejercer de auténtico líder.

Como hemos visto, muchas veces hablar del jugador franquicia no supone hacerlo con palabras bonitas y con expresiones endiosadas y pomposas. Existen ocasiones en las que un jugador, por bueno que sea, puede perjudicar a su propio equipo si camina en la dirección equivocada. Algo bello de este deporte es que se gana como equipo. Aquí se hace efectivo el "un jugador gana partidos pero un equipo gana campeonatos". Por suerte, y hasta que se demuestre lo contrario, siempre ha sido y será así. Hasta para la asistencia de Joe Rucklick que dio lugar al punto número 100 de Chamberlain; hasta para los triples con 0,4 segundos de Fisher ante Spurs, hasta para los lanzamientos en la esquina de Robert Horry o hasta para los revulsivos tiros de Toni Kukoc con los Bulls de Jordan. Todos ellos colaboraron para que el jugador franquicia alcanzara la gloria. Por eso mismo, siempre hay que tener en cuenta que en un deporte de equipo como el baloncesto hay que tener cuidado. Alguien que te haga ganar... pero también perder. Es ese doble filo del jugador franquicia.







Fuentes de apoyo: www.nba.com  www.hispanosnba.com  www.ultimatenba.com
Fotografías: http://www.zimbio.com/photos/Rajon+Rondo/Boston+Celtics+v+Los+Angeles+Clippers/cROf13QSlK-
http://www.mundodeportivo.com/20111227/fotos/stephen-curry-supera-a-derrick-rose-foto-tony-avelar-ap_54241672238.html
http://ballerball.com/nba-rivalries-howard-vs-bynum-with-a-dash-of-wwe/
http://www.basketblog.es/top-20-mejores-jugadores-de-la-nba-i/tim-duncan/
http://www.zimbio.com/photos/LeBron+James/James+Harden/Olympics+Day+4+Basketball/TIlkziQyM6u