El momento en que Kobe Bryant deja de ser profesional. 13 de abril de 2016. El momento en que deja de pisar la cancha, deja de hacer sus buzzer beaters, sus finger roll, sus tiros circenses con suspensión hacia atrás, su carisma inundando la pista. El día Kobe llegó, como a todos, como si el tiempo fuera el único emperrado en demostrar que Kobe Bryant es tan ser humano como cualquier otro. Como su hombro, su muñeca, su Aquiles.
Kobe/Jordan: mismo talento, mismas manías |
Hace muchos años, cuando empecé a amar el baloncesto, sentí una sana envidia de mi primo Álvaro. Tenía colgado en su habitación un poster de la plantilla al completo de los Chicago Bulls de la 95-96. Sí, aquellos que lograron una proeza que, hasta hace el año pasado, parecía hercúlea (caprichoso día el en que Golden State Warriors quiso tener su protagonismo). Pues bien, junto a ese póster lucía entre un marco simple pero un cristal impoluto una camiseta con el número 23 que ponía "Jordan".
-¿Quién es Jordan, primo?
-El mejor jugador de todos los tiempos.
Mis ojos y mi boca se abrieron, de la misma manera que parece que el aro tenía una apertura más grande de lo normal cuando Kobe tiraba a canasta. Estaba sorprendido de lo que esa frase suponía, aunque más anonadado me quedé cuando descubrí quien era Michael Jordan. Y, como antes he dicho, sentí envidia.
"Mi primo ha vivido lo que es seguir al mejor jugador de todos los tiempos".
Pues bien. Tal y como citaba Andrés Monje en su artículo Kobe, y tal y como siempre he pensado desde que vi a Kobe Bryant jugar con la consecuencia de saber de la existencia de Jordan... Kobe Bryant ha sido lo más parecido que ha existido a Michael Jordan sobre una cancha de baloncesto. En otras palabras, Kobe ha sido el discípulo más logrado de Michael Jordan. Y yo, sí, yo, amante empedernido del baloncesto, de los "Ra-ta-ta" de Montés, de los comentarios sublimes de Daimiel, de los frikis compradores compulsivos de libros de la historia de la NBA... yo, puedo decir con orgullo que he vivido la estancia, explosión, apogeo, gloria, declive y adiós de todo una leyenda. De todo un mito.
Un mito que sufrió una evolución tan grande como su figura. Un 8 a la espalda rebelde, indomable, con unas dosis de la ingenuidad más incontrolable de quien destila conscientemente talento. Un dorsal rodeado de manchas tan feas como problemas conyugales, pero un dorsal inigualable enmarcado en la historia con 81 puntos ante Toronto Raptors. Posteriormente un 24 que condensó toda esa explosión fiera de talento en un cuerpo maduro y preparado para todo. Y la similitud entre ambas: Uno de los 5 mejores pívots en la historia de este deporte y el mejor jugador español de todos los tiempos. Él, en el centro. Como el compañero que encuentra su simbiosis con su semejante. Con Saquille O'Neal en un caso, con Pau Gasol en el otro. 5 anillos después, todo llega.
La leyenda de Kobe será eterna |
El día Kobe se terminó por afincar en el terreno de la más triste realidad. El día de su adiós. El día que todo tipo no desea para dejar de verlo, pero que por otro lado sabe que está ahí el momento, aletargado, esperando estar a la altura del hecho con palabras, acciones, textos, comentarios y un sinfín de actuaciones que se puede hacer con la tecnología en pleno siglo XXI. Mamba Day o Thank you Kobe.
Sobre todo, Thank you Kobe. Gracias. Gracias por tus tiros, tus gestos, tu carisma, tu carácter, tu garra, tus proezas (jugar con un hombro dislocado), tus logros (porque fueron también nuestros), por tu cariño hacia el mejor jugador español en la historia de este deporte (Kobe y Pau, ¡qué dúo!), por tu manera de amar el baloncesto, por querer ser como Michael (Be Like Mike), por regalarnos tanto.
Pero por encima de cualquier cosa, gracias por hacer que nos enamoremos de ti y de este precioso deporte. Que nos enamoremos de ti y contigo de nuestro deporte. Que queramos imitarte, seguirte, tenerte un profundo respeto allá por donde pisas. Has sido una referencia a todos los niveles, no exenta de polémica, pero es que, ¿qué genio no tiene sus excentricidades?. Por tanto y tanto, solamente me queda darte las gracias.
El tiempo, además de ser el mejor juez, demuestra que es invencible. Ni figuras de la talla de Bryant pueden con ello. Pero el día Kobe será recordado.
Un día que recordaremos todos los que amamos este deporte, a los Lakers y, todavía más profundamente, a él. El día Kobe tuvo que llegar. Pero su recuerdo, hasta donde nos dé la memoria, no se extinguirá nunca.
Y se va como la leyenda que fue. Un anotador empedernido, un símbolo púrpura y oro, uno de esos jugones que sonríen de manera extraterrestre. 60 puntos el día de su adiós remontando él solo el partido. Tan suyo, tan Kobe. Tan perfecto.
Y se va como la leyenda que fue. Un anotador empedernido, un símbolo púrpura y oro, uno de esos jugones que sonríen de manera extraterrestre. 60 puntos el día de su adiós remontando él solo el partido. Tan suyo, tan Kobe. Tan perfecto.
El dia Kobe, el de su adiós, será tan eterno como su leyenda. Tan grande como su legado. Y, sobre todo, tan memorable como la existencia del baloncesto e, incluso, del mismísimo Michael Jordan.
Fotografía: http://www.hoopsvibe.com/features/281759-top-x-ways-kobe-bryant-copied-michael-jordan